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Articulos

Cada noche al final de la agotadora jornada de irrealidad, bajo la complicidad de la luna me escurro como un fantasma en el regazo de la oscuridad, cómplice y alcahueta de mis deseos,

Busco con mirada inquieta señas de vida a mí alrededor,
Respiro hondo y observo atento al final de pasillo…tan corto con zapatos y pantalones…tan endiabladamente largo con tacones y falda,
Me tiembla todo…todo el espíritu,
Tomo mi cigarro tratando de calmar mi consciencia,
El impetuoso aire que arremete contra mí al tiempo que me manosea bajo la falda me impide encenderlo, no sé si maldecir al aire, disfrutarlo o mandar al caño mi cigarro,
Voces y risas paridas desde el fondo del pasillo lo recorren desvergonzadamente hasta mis oídos regresándome a mí realidad,
Nervioso doy una bocanada profunda a mi cigarro, las contradicciones me golpean como a un bulto inerte, por un lado deseo terminar rápido y volver a la irrealidad del mundo, pero al mismo tiempo no quiero que el viejo aire deje de meter su brusca, cálida y abusiva mano bajo mi falda y detenga su ataque inmisericorde a mis piernas envueltas en tan delicadas medias de verano…
Reflexiono que si tuviera dos décadas menos ya me habría indigestado de mundo, pero he aprendido a no quejarme y por ello me pregunto:
¿No es el mundo tan irreal que preferimos refugiarnos algunas noches en nuestro propio mundo real?
¿Es que acaso nosotras provocamos el rechazo de la sociedad y nos vemos obligadas a permanecer al amparo del oscuro túnel anhelando llegar hasta el otro extremo?
¿Qué busco realmente al transmutar el plomo en oro, es decir, qué busco al dejar de ser mi otro yo para convertirme en mi otro alternativo?
¿Acaso es que busco darle sentido a lo que no lo tiene?
Por el momento es lo más lejos que he logrado exponerme a la irrealidad bajo mi propia realidad, quizá algún día consiga descifrar su significado y más importante…su objetivo.
Saludos porque yo no envío besitos cursis
Claudia Abril, 2010